Más allá de la cuota
Estamos en deuda con las mujeres por muchos motivos. Explorarlos nos llevarán a discusiones fundamentales que tenemos que dar como parte de un cambio integral imprescindible. Pero lo que hoy me preocupa no son esas discusiones, sino una dimensión más práctica del mismo problema. Cómo nos ponemos al día con esa deuda. Cómo abrimos los círculos cerrados reservados solo para los hombres, para que las mujeres ocupen el lugar que merecen. Conseguir ese cambio no será fácil; no se borrarán siglos de un plumazo; pero se puede, y hay que empujar para que ocurra. Como este esfuerzo hay que darlo en todos los frentes y cada vez sea posible, cuando me invitaron a ser embajador de la fundación “Hay Mujeres” acepté encantado.
Su misión me parece importantísima: dar visibilidad y acceso igualitario a los espacios de opinión en nuestra sociedad. Por donde sea que miremos, cualquier lugar, nuestros trabajos, universidades y emprendimientos, está lleno de mujeres súper potentes, expertas en sus campos. Pero demasiado a menudo la sociedad se farrea su experiencia y su talento.
Es contradictorio e inaceptable que a medida que aumenta la cantidad de mujeres con acceso a la educación, y aumentan los años de estudio y sus competencias, ellas aún no logren reconocimiento y acceso equitativo a las posiciones de liderazgo. Se les sigue dejando afuera de las decisiones, afuera de la palestra, y eso no puede seguir pasando.
La integración que necesitamos para dar un salto al desarrollo requiere de su mirada innovadora, de su participación real. Para lograrlo no solo debemos contentarnos con cumplir una cuota. Es necesaria voluntad y también acción: cambiar conductas. Chile no puede seguir obligándolas a surgir en medio de la adversidad, cargándoles cientos de dificultades extra para hacer lo mismo que los hombres. Cuando lo lógico, lo natural, es reconocer su inmenso talento. Necesitamos trabajar para escuchar su voz. Porque se los debemos.
Tengo esperanza que va a salir el sol en el mundo. Y que el empuje de nuestras mujeres, y el nuestro propio, va a doblar la mano de la injusticia. Ellas, aún con todas las dificultades acuestas, están logrando ocupar su lugar, luego de correr entre callejones cerrados. Llegan a la meta y destacan por sus esfuerzos. Sobre su experiencia avanzamos. Con esa inspiración nacen las nuevas líderes.
En Chile de a poco vamos avanzando. Se incuba la semilla de un cambio. Las nuevas generaciones son más abiertas, más libres de prejuicios. Me imagino a mis hijas, a mis nietas en el futuro, y quiero pensar que construimos para ellas, para todas nuestras niñas.
Quiero que sean parte de esa fuerza del cambio. Que se reconozcan capaces de encarnar sus sueños. Que miren con entusiasmo la sociedad que las espera y no se dejen amedrentar por las diferencias que aún existen. Como padre, como profesor y hombre, siento la necesidad de alentarlas. No con un anhelo paternalista, sino como iguales y con el corazón abierto que no quiere repetir siglos de errores.
Debemos rebelarnos contra las discriminaciones y liberarnos de los prejuicios. Por eso estoy orgulloso de que hayan pensado en mí como embajador. Que me hayan dado la oportunidad de hablar a favor de este cambio y denunciar cuando se cierren puertas.
Ellas ya han hecho lo suyo, Es la hora de abrir los candados que quedan. Tenemos en la mano las llaves. Esta vez, es nuestro turno.
Leave a Comment