¿Cien años de tranquilidad?

¿Cien años de tranquilidad?

SANTIAGO – Cien Años de Soledad, la gran novela de Gabriel García Márquez, se inicia cuando un coronel, quien «promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdió todos», enfrenta un pelotón de fusilamiento. El hecho sucede en la ficticia ciudad de Macondo, pero esto engaña a pocos lectores: la novela se trata de Colombia, país de origen de García Márquez.

La semana pasada, la guerra civil en Colombia – el último conflicto armado que restaba en América Latina – llegó formalmente a su fin. Con más de cincuenta años de duración, cobró veinticinco millones de vidas y desplazó a seis millones de personas. Parece difícil de creer, pero la paz ha retornado al fin.

Liberales a las barricadas

Liberales a las barricadas

SANTIAGO – Desde Austria, Francia y Estados Unidos, hasta Polonia, Las Filipinas y Perú, los populistas iliberales van en aumento. Algunos culpan a la globalización arrolladora, otros a la desigualdad de ingresos, y otros a elites desconectadas que simplemente no entienden.

Pero estas explicaciones –por muy plausibles que sean– dejan de lado el punto más importante. El problema no es simplemente económico, sino político. El mayor logro político de la humanidad es la democracia liberal. Sin embargo, en todas partes del mundo, los liberales demócratas son reacios a abogar por ella. No sorprende, entonces, que estén perdiendo la batalla por conquistar los corazones y las mentes de los ciudadanos.

Líderes zorro de América Latina

Líderes zorro de América Latina

SANTIAGO – «Toda nación tiene los líderes que se merece», sentenció el contrarrevolucionario francés Joseph de Maistre. Pero se equivocaba. Los países de América Latina no eran merecedores de los vociferantes demagogos ni de los generales puño-de-hierro que, hasta hace poco, solían ocupar sus sedes de gobierno.

Un vistazo a Venezuela o Nicaragua nos hace recordar que todavía no desaparecen los demagogos ni los populistas. Sin embargo, desde los años 1990 ha ido en ascendencia un nuevo tipo de líder –­moderado, intelectualmente humilde y propenso al gradualismo–. Este es el liderazgo que América Latina se merece de verdad.

Patricio Aylwin

Patricio Aylwin

Cuando conocí a Patricio Aylwin, se me entró la voz.

Corría 1991. Don Patricio era Presidente de la República y yo un joven asesor en el Ministerio de Hacienda. El ministro de la época, Alejandro Foxley, me encargó informar al Presidente de las conversaciones con México, país con el que negociábamos un acuerdo de libre comercio.

Camino a la reunión iba confiado; como miembro del equipo negociador chileno, conocía bien el asunto. Pero una vez que entramos al comedor presidencial, me invadieron los nervios. Estábamos en el palacio de La Moneda, y ese señor delgado que tenía al frente era el Presidente de la República. “Explícale al Presidente” dijo mi jefe, el ministro, y yo abrí la boca para hablar…. pero no salió sonido alguno. Otro intento… y con desesperación y tremenda vergüenza escuché como surgían de mi garganta unos ruidos incomprensibles.

El impasse político de Brasil

El impasse político de Brasil

SANTIAGO – Fue algo que los brasileños creían haber superado en política: un día, la presidenta en ejercicio nombra como ministro a un popular expresidente con el fin de evitar que sea procesado, y los comentaristas rápidamente llegan a la conclusión de que él está a cargo. Al día siguiente, un juez federal bloquea el nombramiento, en los tribunales se entablan demandas y contrademandas, millones de personas salen a las calles a protestar exigiendo la destitución de la presidenta, y nadie sabe con certeza quién está a cargo.

Brasil está enfrentando su peor crisis política desde que se restaurara la democracia en 1985. La Presidenta Dilma Rousseff ha hecho mucho por merecer un índice de aprobación bajo diez puntos. Hasta hace poco, parecía probable que se las iba a arreglar para finalizar su periodo presidencial de cuatro años, que termina el 2018, aunque esto obedeciera solamente a la renuencia de los partidos de oposición a hacerse cargo de rectificar la desastrosa situación económica que ha creado su gobierno.