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Más competencia y legitimidad: una propuesta distinta para las pensiones

Más competencia y legitimidad: una propuesta distinta para las pensiones

En Chile se ha vuelto lugar común afirmar que no basta con las soluciones economicistas a los problemas sociales. Es cierto que en democracia, la política debe gobernar a la economía. Pero esto no implica que toda solución política sea buena. La buena política ha generado libertad, progreso y prosperidad; la mala política ha producido dictaduras y pobreza.

Una buena política resuelve un problema económico respetando una restricción política; una mala política resuelve un incordio político agravando o dejando igual ese problema económico. Visto así, crear un ente estatal para administrar la nueva cotización previsional (el famoso 5%), como propone la Presidenta Michelle Bachelet, es una mala política.

Infartos ideológicos

Infartos ideológicos

SANTIAGO – El proyecto de ley de salud impulsado por Donald Trump –llamado «Ryancare», por el Presidente de la Cámara, Paul Ryan– hubiera dejado sin cobertura a 24 millones de estadounidenses, de acuerdo a las cifras de la Oficina de Presupuestos del Congreso de Estados Unidos. Pero esta no fue la razón por la cual lo rechazaron los republicanos más conservadores. A pesar de que hubiera significado un triunfo político para Trump y para su propio partido, los conservadores se negaron a apoyar el proyecto porque era insuficiente para desmantelar la Ley de Salud Asequible de Obama («Obamacare»), que tanto odian.

Libre comercio sin Estados Unidos

Libre comercio sin Estados Unidos

SANTIAGO – ¿De qué modo debería responder América Latina al enfoque de “Estados Unidos primero” que el presidente Donald Trump propugna para la economía global? He aquí una posible respuesta: estableciendo una zona de libre comercio de Las Américas sin Estados Unidos.

Desde luego que esta idea no tiene nada de nueva. Los padres de la patria de varias repúblicas latinoamericanas hablaron de ella hace doscientos años, pero nunca fue puesta en práctica.
En los años 1960, se discutió mucho sobre la integración de América Latina. Se realizaron cumbres y se suscribieron acuerdos, pero después no fue mucho lo que se avanzó en materia de libre comercio. Para la mayor parte de los países de la región, Europa o Estados Unidos continuaron siendo socios comerciales de mayor envergadura que sus vecinos.

Cómo funciona el populismo económico

Cómo funciona el populismo económico

SANTIAGO – Hoy día, ante la llegada al poder de los populistas en el mundo occidental, se está gestando un conflicto sobre la propiedad intelectual de su orientación. Escritores como John Judis afirman que los estadounidenses decimonónicos inventaron el populismo político, con su postura antielitista y su inflamatoria retórica. Acaso no estén de acuerdo con esto los argentinos, que aportaron al mundo el ultrapopulista Juan Domingo Perón, ni tampoco los brasileños con su conocido Getúlio Vargas.
Pero no puede haber desacuerdo alguno en que los latinoamericanos han sido los mejores y más antiguos practicantes del populismo económico. En el siglo XX, Perón y Vargas, junto con Alan García en Perú (por lo menos durante su primer período), Daniel Ortega en Nicaragua, Salvador Allende en Chile y muchos otros, practicaron el proteccionismo comercial, incurrieron en altos déficits presupuestarios, sobrecalentaron sus economías, permitieron el alza de la inflación, y eventualmente sufrieron crisis cambiarias. En años recientes, Hugo Chávez y Nicolás Maduro de Venezuela han practicado estas políticas en forma aún más extrema.

Las promesas rotas de la democracia

Las promesas rotas de la democracia

SANTIAGO – La democracia liberal se encuentra bajo asedio. Los populistas de derecha y de izquierda no solo arremeten en contra de la globalización y del estancamiento de los ingresos de la clase media, sino que también ponen en entredicho la legitimidad de las instituciones de la democracia liberal y de las elites políticas que manejan dichas instituciones.

Es simplista echarles la culpa a las políticas post verdad que practican los populistas. Las mentiras y las exageraciones no funcionarían si el modo en que actualmente se practica la democracia no tuviera problemas. Debemos reexaminar y, de ser posible, reparar lo que el teórico de la democracia Norberto Bobbio denomina «las promesas rotas de la democracia».